Muret, sur de la actual Francia, 1213. La cruzada contra los cátaros, convocada por el papa Inocencio III, prosigue. Los señores de Occitania defienden a los herejes. Como señor de estos nobles, el rey Pedro II de Aragón se ve obligado a intervenir en su favor. Así, se enfrenta a los cruzados y a las tropas del rey Felipe II de Francia. Solo un año antes, el rey Pedro había luchado a favor de otra cruzada bendecida por el mismo papa: la batalla de las Navas de Tolosa.
En Muret, las tropas de Aragón, Toulouse y Foix se enfrentan a los cruzados dirigidos por Simón de Monfort.
Monfort marcha con su reconocible escudo del león de plata sobre campo de gules liderando a los cruzados en una carga de caballería.
Han reconocido al rey Pedro y lo acorralan.
Consiguen derribarlo y matarlo. Pero... ¡este no es el rey Pedro!
No, en efecto. El verdadero rey ha intentado engañar a sus enemigos poniendo a uno de sus caballeros su armadura, yelmo y escudo. Ahora, grita: "¡Yo soy el rey, aquí estoy!"
Pedro II se ve rodeado, pero consigue abatir a uno de los caballeros.
Finalmente, el rey cae. Monfort ha ganado y el rey de Francia ve más cercana la anexión total de Occitania.
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