Tras la muerte de Don Carlos de Austria, fueron muchos los rumores que recorrieron Europa apuntando a Felipe II como asesino de su hijo. Y el que se encargó de avivarlos más fue Guillermo el Taciturno, príncipe de Orange.
Como ya vimos, Guillermo de Orange fue uno de los rebeldes más activos contra la soberanía española. A pesar de presumir al principio de su lealtad a Felipe II (recordemos el himno de los Países Bajos), aprovechó el fervor calvinista que crecía en Holanda para desafiar el poder español católico. La cosa empezó en 1566 con la revuelta iconoclasta. El resto, ya lo conocemos.
Cuando el duque de Alba convocó al Tribunal de Tumultos para juzgar a los implicados en la revuelta, Guillermo no apareció y fue declarado fuera de la ley. Después, comenzó la campaña contra España. Por un lado, a nivel militar, buscando alianzas con todos los enemigos de Felipe II: Inglaterra, Francia... Por otro lado, difamando al rey con la Leyenda Negra.
El duque de Alba quedó convertido en el ogro sediento de sangre que atemorizaba a los niños holandeses:
Tanto Guillermo el Taciturno como el resto de líderes rebeldes sabían de la popularidad de Juan de Austria y aprovecharon para lanzar fake news que intentaran resquebrajar la relación entre aquel y su medio hermano Felipe II. Presentaron al monarca español como un ser siniestro, envidioso de Don Juan y conspiranoico. Nada más lejos de la realidad. El rey siempre confió en su medio hermano y alabó sus éxitos militares. De no ser así, jamás lo habría mantenido en el cargo de comandante supremo de sus tropas.
Los enemigos de España siguieron difundiendo rumores. En este caso, que Juan de Austria quería ser rey de Inglaterra. Otros, que quería destronar a su propio hermano. En 1578, la tensión había llegado al extremo. El secretario de Don Juan, Juan de Escobedo, murió asesinado en Madrid en marzo. Los enemigos de España señalaron enseguida a Felipe II como el cerebro que lo había ordenado. Entre medias aparecieron Antonio Pérez y la princesa de Éboli.
Las intrigas de la corte alimentaban la Leyenda Negra y cuanto peor estuvieran las cosas en Madrid, mejor les iba a Guillermo de Orange y a Isabel I de Inglaterra. Jamás sabremos qué había detrás del complot de Pérez y demás.
Don Juan murió en octubre de aquel año y los creadores de la Leyenda Negra difundieron que era el propio Felipe II el que había mandado envenenarlo. La llama que había encendido Guillermo el Taciturno comenzaba a extenderse.
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