jueves, 16 de marzo de 2017

Los vikingos atacan Asturias V

Gundar toma un cuerno de hidromiel y se sienta en su trono. Su hijo mayor, Rurik Gundarsson, se le acerca. Gundar da gracias siempre a Odín por haberle dado un primogénito sano y fuerte, digno heredero de su estirpe. No olvida a su hija pequeña, Sigrid Gundarsdatter, hermosa y con su cara sonrosada, pero preferiría haber tenido más varones, por eso del recambio por si viene el caso... ¿Qué queréis? Son tiempos duros y vikingos, para más INRI... Pero Gundar olvida que si Freya le ha dado belleza a su hija algo se deberá a su bella esposa. Pero Gundar tampoco tiene sitio para sensiblerías, la verdad. Y menos ahora mismo, que solo tiene una cosa en la cabeza: Hispania.



  Rurik admira a su padre. No solo es su progenitor y el jarl de la aldea; es también el héroe, su héroe. Para el chaval, su padre está a la misma altura que Sigfrido (Sigurd) y otros héroes de las sagas que cantan los scaldos. Su padre ha surcado el misterioso mar, ha llegado a la isla de los anglos y luchó a las órdenes del rey contra los francos.


 ¡Oh, sí, cómo quisiera parecerse a él!
-¿Cuándo podré navegar contigo, padre?
-Eres todavía muy joven, pero ya llegará el momento, Rurik. Hasta entonces debes aprender muchas cosas. Recuerda que debes cuidar de tu madre y de tu hermana, Con esta tarea irás aprendiendo lo que necesitas para llegar a ser un buen jarl.
   Como todos los jóvenes, Rurik es impaciente. Los orientadores han llamado a la actual generación de estudiantes de la ESO la "generación microondas" porque ni pueden esperar a que la leche esté caliente ¿Cómo llamarían entonces a aquella generación de impacientes vikingos? ¿La generación del "hacha veloz"?



 Como a su padre, a Rurik le fascinan los tesoros. Le ruega a Gundar que le muestre (una vez más) su preciado tesoro. El jarl sonríe satisfecho: "He aquí a todo un vikingo".



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