jueves, 22 de junio de 2017

Lansquenetes: la era de los mercenarios XII

Habíamos dejado a los lansquenetes descansando en el campamento. Mientras tanto, el ejército francés avanza hacia Pavía. Los franceses se han asegurado Milán, pero sin Pavía y otras plazas fuertes nunca tendrán el Milanesado.



He querido que predominase el color azul en los uniformes. En realidad fue el color distintivo de la infantería francesa hasta el siglo XX. Los soldados no es que tengan la moral muy alta. El ejército francés ha sido derrotado ya en Bicocca y en Sesia. Han tomado Milán, pero ¡a qué precio! ¿Dónde está el oro y la fama que se les prometió?







Un general de excepción comanda el ejército: el mismísimo rey Francisco I en persona. Haciendo gala de su valentía y su tremendo orgullo, el monarca francés ha querido acudir en persona a las operaciones que se están llevando a cabo en Italia. Francisco I solo quiere una cosa: apoderarse de Italia y vengarse del emperador Carlos I de España por haber conseguido el título imperial.






Francisco I es la ambición en persona. A los ojos de nuestro tiempo sería un niño con rabietas. Vio que españoles, portugueses e ingleses se lanzaban a conquistar América y dijo: "Enseñadme en qué parte de la Biblia, en qué parte del testamento de Adán pone que Francia no tiene derecho a una parte del Nuevo Mundo". Le gustaban los cuadros de Leonardo Da Vinci y en lugar de comprarlos ¡lo compró a él! Pero su mayor capricho era el trono imperial. Y como no lo ha conseguido ¡invade Italia!





A la vista de la armadura real de Francisco I, quizá habría quedado mejor en dorado. No sé, puede que lo cambie más adelante.


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