lunes, 28 de enero de 2019

Jorg Hoffer: el último trampero

       Para hablar de este trampero no hace falta viajar a la Norteamérica de los siglos XVIII y XIX. Se trata de Jorg Hoffer, un cazador suizo que se instaló en Canadá. Fue Félix Rodrígez de la Fuente quien lo dio a  conocer allá por 1980, durante la última etapa de su mítico programa El hombre y la tierra, con el que tantas generaciones aprendimos.




         Félix no podía ocultar su emoción al conocer en persona a un trampero, los personajes de las novelas de sus admirados Jack London y James Curwood. Conocer a Jorg y a su esposa Lizz era entrar de lleno en la vida salvaje del Gran Norte: eran como dos reliquias vivas de aquellos tiempos.
           Jorg contaba a Félix cómo salió de su Suiza natal en busca de la Suiza ancestral que ya no existía, pues la vida moderna la había cambiado. Experto alpinista, conocedor del mundo de los bosques, Jorg buscó aquella vida salvaje en las montañas, los valles y los ríos. Y la encontró en Canadá.


      Jorg y Lizz vivían en el valle del Kluane, en la región canadiense de Yukón, muy cerca de Alaska, la que fuese antaño meta de los buscadores de oro. Vivían en una cabaña que había pertenecido a un auténtico trampero del siglo XIX. El matrimonio la había arreglado en su interior.
    Jorg explicaba a Félix cómo era su día a día. Le mostraba cómo cazaba, preparaba trampas, se desplazaba en trineo con sus fieles perros, trabajaba las pieles, etc. Jorg contaba también que durante el verano su mujer y él realizaban trabajos de artesanía y trabajaban como guías para excursionistas.



    Félix le pidió a Jorg acompañarle en su trabajo cotidiano y el suizo le llevó en trineo por los bosques. Le enseñó los rebaños de caribúes, sus técnicas de caza y, en suma, la vida de un trampero, con pocos cambios desde los tiempos de aquellos pioneros.



  A pesar de tener que soportar temperaturas de hasta - 40º, vivir aislados en invierno y alejados de la rutina de la vida contemporánea, Jorg aseguraba que no echaba de menos las comodidades de la civilización. En la inmensidad de los bosques del Gran Norte, el trampero suizo había encontrado la felicidad.



8 comentarios:

  1. Hace falta muchísimo valor y férreas convicciones para vivir así y dejar este mundo de confort donde las necesidades son cubiertas de inmediato.

    Obviamente me imagino que eres seguidor de la serie Mountain Men. Sé que es un reality y no se hasta qué punto es verdad. Pero describe la vida de estos renegados de la vida actual, como en el caso que nos cuentas. Me fascina.

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  2. En serio? Te va a molar mucho. Bueno, tampoco te esperes gente como salida del siglo XIX pero es de lo poco salvable en televisión.

    https://postimg.cc/gallery/1ufd4tpjg/

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  3. Pues gracias por la recomendación

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  4. Iba justo a recomendarte esa misma serie yo Diego. Yo si que la seguía a diario, ahora son todos repetidos, y lo veo de vez en cuando pero aún así alguno lo vuelvo a ver sin problemas porque tiene paisajes espectaculares y tramas sobre caza y construcción similares a los de los tramperos del siglo pasado que me encantan. Un saludo

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  5. muchas gracias, Javi. Como siempre es un honor leerte por aquí. Pues habrá que verla jaja
    Saludos

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  6. muy interesante el artículo.

    Un abrazo

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