miércoles, 29 de enero de 2020

El último fuerte español


    Cuando se habla de relatos y películas de colonos en Norteamérica en el siglo XVIII pensamos siempre en soldados ingleses y soldados franceses luchando contra indios iroqueses o entre ellos. Pero la bandera rojigualda ondeó también por aquellas lejanas latitudes. 
    La isla de Nutka, situada en la costa occidental de Canadá, perteneció a España. En 1789 los soldados españoles, enviados por el virreinato de Nueva España para explorar la costa norteamericana del Pacífico, construyeron un fuerte en la isla. Una isla que por su importancia estratégica (cercana al estrecho de Bering y en la ruta hacia China) era objetivo también para Gran Bretaña y Rusia. Una zona también en la que muchos vieron que el comercio de pieles iba a ser otra fuente de riqueza importante:




    Allí se instaló la pequeña colonia de Santa Cruz de Nuca, protegida por el fuerte de San Miguel. Un pequeño fuerte formado por una batería, un almacén de pólvora y unos pocos barracones:




  Allí están también los soldados de la Compañía Franca de Voluntarios de Cataluña (que por mucho que pese a algunos, siempre estaban presentes en las campañas emprendidas por España) con su típico uniforme azul de puños amarillos:










    La colonia fue visitada por Alessandro Malaspina en su famoso viaje (del que hablaremos algún día en Playmoguardian).
    Los indios nootka han establecido buenas relaciones con los españoles. Este cazador nootka acude al fuerte a comerciar con pieles:



5 comentarios:

  1. A la espera de ver si continua la historia.
    Un saludo

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    1. Gracias, Antonio ¡Pues sí, continúa! jaja Y espero que os guste

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  2. Muy bien traido este episodio desconocido de la historia de España.

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    1. Gracias. Próximamente habrá más entradas sobre el mismo.

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  3. Pero qué bien representados esos soldados ...

    Con unos simples puños, el cuello, el morral, el porta espadas y la peluca hemos convertido un playmobil mecánico o del oeste en un soldado del XVIII

    Lo de pintar los torsos nunca lo he acabado de entender.

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