Todo empezó en el verano de 2007 cuando viajé a Bretaña. En una tarde lluviosa, como suele ser por esa salvaje región de Francia, en el pueblo de Locronan, entré en una tienda de recuerdos como todo buen turista. En una pared había un poster enorme en el que aparecía el dibujo de un pirata o espadachín y las palabras: “L’Epervier” y “Bretagne”, entre otras. Como seguidor de la serie Las 7 vidas del gavilán, sabía que L’Epervier era en español “El Gavilán”. Pero si la del póster se situaba en Bretaña y en el siglo XVIII (como parecía por la ilustración) y no en el XVII ¿qué era aquello? ¿Una continuación de la obra de Patrick Cothias y André Juillard? La verdad es que el dibujo recordaba bastante al estilo de Juillard, pero estaba firmado por un tal Patrice Pellerin.
Dos años después encontré un integral en la Fnac de Madrid con esa ilustración en la portada. Desgraciadamente estaba envuelto en un plástico y no pude ojearlo. Tenía que informarme de una vez. Busqué en internet y averigué que era una serie de cómic que nada tenía que ver con Las 7 vidas del gavilán. El protagonista era un corsario bretón llamado Yann de Kermeur y apodado El Gavilán. Un año después, me regalaron el integral en reyes y me sumergí en la lectura de esta apasionante obra maestra del cómic europeo.
El Gavilán se sitúa, como he dicho, en el siglo XVIII, en la Francia de Luis XV. Una época marcada por el despotismo ilustrado, las guerras entre Francia y Gran Bretaña por la hegemonía mundial, la revolución industrial (que comenzaba a despertar en Inglaterra) y los grandes viajes en fragatas y bergantines. Yann es un hombre de esta época. Perteneciente a la pequeña nobleza bretona, es un joven intrépido que vive aventuras a través del ancho mar, su verdadera patria. La vida libre que lleva como corsario se verá marcada al ser acusado de un delito que no ha cometido: el asesinato del conde de Kermellec. La persecución del Gavilán se entronca con un nuevo elemento: la búsqueda de un tesoro. La aventura está servida, no voy a hablaros más del argumento. Aquí cada uno emprenderá el viaje junto al Gavilán y su tripulación si así lo desea. Y conocer a inolvidables personajes como Agnes, Marion, Villeneuve, La Motte, Mano de Hierro, Cha-ka…
Las viñetas de El Gavilán son una obra maestra cada una. Solo hace falta ver esos barcos con ese espléndido velamen que parecen castillos sobre el mar surcando las olas. Esas vistas de Brest, el gran puerto de Bretaña, nos llevan a pasear por el puerto, por las calles con esas casas de entramado de madera. Las vistas de la ciudad colonial de Cayenne, en la Guayana francesa, con las selvas tropicales y las misiones de los jesuitas. Todas ellas son un ejemplo del talento para el dibujo y la documentación de Pellerin, este dibujante bretón nacido en Brest en 1955. Su pasión por los barcos y las aventuras se vio recompensada al ilustrar para Jean-Michel Charlier dos álbumes de Barbarroja: Trafiquants de bois d’ébène y Les Révoltés de la Jamaïque. Todo un honor. El detallismo que pone Pellerin en estas reconstrucciones históricas es admirable. Para ello, lleva a cabo un exhaustivo trabajo de documentación, acudiendo a fuentes de la época, maquetas, cartas marítimas, planos, ilustraciones sobre trajes, uniformes…
Todo ello se puede ver en el tomo 7, primero del 2º ciclo recién inaugurado, y titulado La misión, donde se nos ofrece un reportaje sobre esta actividad. La documentación es esencial en el cómic histórico. Prueba de ello es la labor realizada por otros autores de este género como Jacques Martin, Gilles Chaillet, François Bourgeon, Juillard, Hermann, Goepfert…
La historia de El Gavilán es una historia épica. Una narración de aventuras al más puro estilo clásico. Pellerin ha rescatado esa esencia de las obras de Robert Louis Stevenson, Julio Verne y Emilio Salgari. Luchas, traiciones, tesoros ocultos, barcos, espadachines, piratas, ambición, amor. Todos los elementos de la aventura.
Al leer El Gavilán nos viene a la mente El conde de Monte-Cristo, Moby Dick, Robinson Crusoe, La isla del tesoro. Podríamos recordar incluso películas como El hijo del capitán Bloom, El señor de Ballandry, Motín a bordo o Master and Comander. Y ¿por qué no? también la serie de dibujos animados Érase una vez las Américas. Pellerin hace que El Gavilán consiga colocarse a la altura de Las torres de Bois-Maury, Las 7 vidas del gavilán y Los pasajeros del viento, imprescindibles para mí en el cómic histórico.
El Gavilán es el mejor cómic que he leído en los últimos años. Pellerin ha recuperado las grandes historias de aventuras que nunca mueren y una saga que no ha hecho sino engancharnos más a la historia y al apasionante mundo del cómic, por lo menos a un servidor.
Colección de El Gavilán:
- Primer ciclo:
1. El asesinato de Kermellec.
2. La roca del cráneo.
3. Tempestad sobre Brest.
4. Cautivos a bordo.
5. El tesoro de Mahury.
6. Las lágrimas de Tlaloc.
- Segundo ciclo (hasta hoy):
7. La misión.
8. Corsario del rey.
9. ¡Hundid La Medusa!
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