Un tema recurrente dentro del imperio romano es el muro o muralla de Adriano. Mandado construir por dicho emperador entre los años 122-132 d.C. para defender la Britania romana de los pictos (pobladores de Scotia o Caledonia, nombres ambos con los que los romanos designaron a la actual Escocia), todavía puede observarse actualmente parte de su extensión. En la actualidad la frontera real entre Inglaterra y Escocia estaría más al norte del muro.
El muro llegó a tener una extensión de 117 km y poseía 14 fuertes y 80 fortines. Todo un despliegue de infraestructuras para la defensa del imperio, el límite más septentrional de este.
La primera vez que leí acerca de esta poderosa muralla fue en la saga de El Príncipe Valiente. Una noticia había alarmado a Camelot: los vikingos se habían aliado con los pictos y amenazaban con invadir Britania (recordemos que las aventuras del Príncipe Valiente se sitúan en el siglo V). Val es enviado por el rey Arturo para averiguar si la muralla de Adriano, abandonada por los romanos hacia el año 383, podría ser reutilizada. Acampado junto a su escudero junto a la muralla, Val se encuentra con un soldado romano llamado Julián, que sigue viviendo en la muralla. Heredó su misión de su padre y este de su abuelo. Por eso, los pictos creen que se trata de un ser inmortal y le temen.
Julián presta su ayuda a Val y juntos organizan la defensa frente a los vikingos y pictos. Al final, el rey Arturo recompensa a Julián contratándole para que siga realizando su vigilancia, pero al servicio de Camelot.
El personaje de Julián me llamó mucho la atención, no solo por su condición de superviviente romano años después de que estos abandonasen Britania, sino porque estaba casado con una mujer nativa. Fue entonces cuando descubrí que los romanos además de conquistar tierras se mezclaron con la población local. He intentado reconstruir con Playmobil cómo sería esa vida junto a la muralla, con esos matrimonios inter-étnicos.
Los romanos se han dejado crecer la barba, un poco al estilo de los de Obélix y compañía que esperaban el relevo. Combinan su vida de vigilancia con su vida familiar, como este legionario, que se ha casado con una bretona. Para el hijo he usado nuevamente el niño de la 3628, al no encontrar otro que encajase en esa Edad Antigua.
A los romanos no les gusta el frío y la lluvia de esa brumosa Britania. Pero hay algo que les gusta menos: la cerveza, ese vinus corruptus bárbaro. Y por eso se han traído desde Roma sus reservas de vino.
¡Gran entrada! Que nosotros tenemos en el tintero (solo las fotos). El muro de Adriano es una construcción muy sencilla de hacer con Steck y puede quedar muy chula. Es otro de esos experimentos que hemos probado y que nos ha gustado mucho como queda. Una torre central y una muralla doble a cada lado. Aunque en nuestro caso la torre está techada. Efectivamente es un muro de unas dimensiones colosales. No olvidemos que el legionario romano era mitad guerrero, mitad albañil/ingeniero. El muro cumplía, además de la función de defensa o frontera, la de mantener ocupadas (mediante el trabajo organizado) al contingente de tropas romanas en territorio hostil. La confraternización fue inevitable. Fue una idea brillante de este emperador sevillano. No deja de sorprenderme lo organizado y moderno de la sociedad romana. Hoy en día seguimos teniendo muchísimo de ese legado en nuestra sociedad y deberíamos mirar hacia atrás y ver el gran resultado que tuvo en el progreso del mundo occidental. Otro tema que da para rato y que me gustaría desarrollar, si llego a tener tiempo disponible. Un saludo
ResponderEliminarMe alegra leerlo, jose, y deseando verlo :)
ResponderEliminarMuy cierto todo lo que comentas
Gracias como siempre
Un saludo